Un pedacito de cielo para los presidentes municipales
Por María Eugenia Mora
Ayer fue ungido el edil morenista de la capital poblana por el que pasan y pesan otros colores.
Con un semblante que me pareció un poco desgastado o tal vez excitado, Pepe Chedrahui Budib alcanzó un pedacito de cielo.
Un sueño largamente acariciado que se repite en las mentes de todos los políticos que han tenido algún cargo.
A la fiesta de caretas y máscaras sociales fueron invitados los poderes fácticos, los delataban las lujosas camionetas negras y blancas custodiadas por leales conductores y escoltas. Se observaban placas de la Ciudad de México y otros estados.
Entre la crema y nata de la política poblana y nacional destacó un personaje, hasta ayer opositor al régimen, Miguel Ángel Osorio Chong en su calidad de senador.
En Las Trinitarias quedó enterrada la austeridad republicana.
La simbología en sus actos fue evidente. Horas antes en la Catedral poblana observamos a un Pepe Chedrahui políticamente correcto, en misa auspiciada por Monseñor Víctor Sánchez Espinosa.
¿Qué dirán los fundadores de MORENA que llevaron a López Obrador, Claudia Sheinbaum y a la 4T al poder casi absoluto?
Son las reminiscencias de una formación básicamente revolucionaria e institucional, que bien combina con el pragmatismo de los que anhelan el reino en la tierra.
En Puebla aún resuena el clásico en tiempos de Carlos Salinas de Gortari: el PRI no se crea ni se destruye, sólo se transforma.
En este concepto caben todos o casi todos, quedó demostrado ayer. Una vieja clase política que se resiste a morir.
Otros ediles -que como Pepe Chedrahui tomaron posesión- optaron por las limpias tradicionales indígenas, fue el caso del edil reelecto de Coxcatlán.
En este momento son pocos los presidentes municipales que faltan para rendir la protesta de ley, la mayoría de los 217 ha sido investidos, tocados por Dios y sumidos en una vorágine que los iguala: se llama poder.
Algunos, personajes han logrado esquivar la ley, regodeándose en la impunidad que los ha fortalecido para hacerse de la primera regiduría en sus municipios. Es el caso de los hermanos Ramírez Hernández en Ahuazotepec.
Otros, como el de Tecamachalco, no se presentó en la toma de protesta de su relevo, porque les debe a sus proveedores desde el mes de junio.
En Chignahuapan son evidentes los problemas de seguridad, tal vez por ello, el Tribunal Estatal Electoral revocó la constancia de mayoría al llamado “Moco” y se instaló un Concejo Municipal.
Entre el ir y devenir político, los poblanos de a pie, poco o escasamente se enteran de la trayectoria de esos 217 personajes obligados a velar por sus intereses.
Quienes en teoría son empleados del pueblo, lejos están de tener genuinos acercamientos con los simples mortales que los llevaron al poder.
De facto, un halo rechaza toda sugerencia que mueva a la conciencia, al comentario desinteresado de algún colaborador, es parte del sistema que tiende a complacer a quien puede darnos algo a cambio.
Regreso al terreo de las utopías: sería genial que todas las personas tuviesen la misma cantidad de poder. De ser así, todos tendríamos un acceso igualitario a lo que nos empodera en la vida. Lamentablemente esto no es así.
Por ello, es que siempre apelo a la conciencia, a la reflexión, y ahora más que nunca, a la acción que nos haga un poco menos ingenuos. Ignoro en qué medida podamos lograrlo. Lo único que se es que debemos aprender a vivir con ello.
Comentarios: @marumora7