Opinión

¿Qué ritmo?

Por Ricardo Caballero de la Rosa

No es posible seguir el ritmo del corazón si el cuerpo a cada latido sale en busca de tus raíces, del origen del pensamiento y de la incertidumbre entre tu estela y el ansia de percibir tu perfume.

¿Cómo hacer contacto visual con el exterior derrotero cuando el cuerpo no sabe de su tiempo, de su ritmo, de su sangre?

Tomé alguna vez la ansiedad entre las llamas y aprendí apenas que la vida vale tanto como el asombro de perseguir los colores que no puedes ver. Puse el cuerpo en el lado opuesto de la noche y el día me miró tan grande como esa noche dejada atrás. Ahora me paseo por los rumbos de las hormigas en el espantoso arte del crear nocturno. Crece mi cuerpo y el ritmo renueva el sol interno.

Hago una pausa. En el respiro los problemas toman curso y siguen el caminar nocturno de las hormigas. La pausa pone gloria al ritmo. Un latido resume mi tiempo, que deja que de instante a instante la vida siga el curso de pausas.

Doy oportunidad que otros respondan y dejen que la pausa siga el camino de la gloria y, de pronto, toda la perfección, en su infinita imperfección celeste, carga los caminos de alguna fe que la naturaleza resume.

Las palabras regresan, aquellas del nombre, del deseo, de la pérdida de la memoria, de la muerte que busca su día. A cada ritmo el hormigueo del día que acaba y la vuelta se torna la noche inesperada.  

Terminé de bailar esa pieza con un sol alejándose. El ritmo espacial inauguraba su historia.

Mi correo es ricardocaballerodelarosa@gmail.com

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