Opinión

Los niños y la sabiduría. La formación humanista de los hombres sabios.

Juvenal Cruz Vega. Director de la Academia de Lenguas Clásicas Fray Alonso de la Veracruz

De mi máxima consideración a todos los niños de México y el mundo. Porque ellos son la alegría de la educación y la esperanza de la humanidad.

Ὅστις  οὖν ταπεινώσει ἑαυτὸν ὡς τὸ παιδον τοῦτο, οὗτός ἐστιν  μεζων ἐν τῇ βασιλε τῶν οὐρανῶν.

Quicumque ergo humiliaverit se sicut parvulus iste, hic est maior in regno caelorum.

Quien se haga pequeño como este niñito, este es el mayor en el reino de los cielos. Mt. 18, 4.

Advertencia

La historia de los grandes humanistas en todas las épocas ha referido que esos hombres han llevado una vida de estudio desde la casa y desde la infancia. La historia de la escuela en Occidente comenzó a formar a los niños desde los siete años. Sin duda, son un ejemplo: Esparta, Atenas, Alejandría, Roma; más tarde el Renacimiento, el mundo prehispánico, la Nueva España, México independiente, Puebla y el mundo entero. Federico Nietzsche, por ejemplo, aprendió latín con su mamá desde los 9 años en casa.

Los grandes humanistas de México cuando llegan a hablar de su vida personal recuerdan la formación desde su infancia, ya sea en su casa, en la escuela, en la iglesia, o incluso algunos llegan a referir que en la calle comenzó su amor por el estudio y por el humanismo. Aquí puede aplicarse en sentido positivo aquellos dichos: “el que con lobos se junta, a aullar se enseña”, “dime con quien te juntas y te diré quien eres”, “hijo de tigre, pintito”.

En algunas entrevistas lo he confirmado cuando me siento a dialogar con algunos de ellos. Unos se formaron en su casa y luego pasaron a la escuela, otros se formaron directamente en la escuela, y algunos tuvieron el privilegio y la cercanía con un gran maestro, a quien conocieron a través de su familia, o a través de alguna de sus amistades. Como dice un dicho. “Cada uno hablará según cómo le haya ido en la feria”.

Vayamos, pues, a conversar con algunos de los grandes maestros de nuestra nación.

1). Testimonio y sabiduría a través de la conversación.

El gran humanista poblano, el padre David López Jiménez recuerda lo siguiente de su infancia en los años de 1925 en Ciudad Serdán Puebla. “En ese tiempo solamente había dos escuelas en san Andrés Chalchicomula, y la situación socioeconómica, política y religiosa era muy tenebrosa. Eran los primeros años de la persecución religiosa con el presidente Venustiano Carranza, por esa razón y debido a la pobreza de mis padres no fui a ninguna de las dos escuelas. La revolución mexicana había dejado al país desconcertado y la educación era incompleta. La primera escuela que recibí fue a través de mi mamá, ella misma me enseñó a leer en la casa. En ese tiempo se acostumbraba el silabario, es decir, el cajoncito de las vocales y de las consonantes. Después de conocer y de pronunciar las primeras letras del abecedario pasé al libro primero de Gregorio Torres Quintero, con el cual aprendí a leer, tenía algunos ejercicios en prosa y en verso. Cuando terminé de estudiar ese libro, mi madrina doña Elena que era panadera y que vivía cerca de mi casa, me puso una corona de flores en la cabeza. Le leí lo que necesitaba de ese libro y con ella conocí el libro segundo del mismo autor, para entonces ya podía leer perfectamente un texto en lengua española”. (en los encomillados me refiero a la entrevista inédita que le hice en los años 1995-2010).

Comparto otro fragmento de la infancia de mi querido maestro. “De ese tiempo recuerdo una anécdota muy hermosa, tenía una catequista que venía de Cosamaloapan, llevaba un libro de poesías, las cuales me iba aprendiendo paulatinamente, y cuando era el santo de mi abuelita o de algunas personas conocidas, mi mamá me llevaba a felicitarlas y en su casa les declamaba algunas de mis poesías, me subía a una silla y con buen tono compartía algo de mi repertorio, igualmente les entregaba un ramo de flores, después de esto me daban mi aplauso, yo me bajaba de la silla y en seguida me ofrecían de comer. Ahora lo pienso, aquel tiempo era como una especie de presagio de que algún día llegaría a predicar. Todavía recuerdo de ese tiempo algunas poesías, una de ellas se titula “Habla el sol y una niña”:

Oh sol refulgente,
Sol madrugador,
Cuán temprano sales,
Envía tu fulgor,
Ayer te ocultaste,
Después que jugué,
A dónde dormiste,
La noche que fue.
Yo no duermo niña,
A la India me fui,
Alumbré a los chinos,
Y a los negros vi.

Hay un testimonio del doctor Mauricio Beuchot Puente que es muy aleccionador. Se trata de uno de los más grandes pensadores de nuestro tiempo en México, profesor emérito de la Universidad Nacional Autónoma de México, autor de más de cien libros, cuando habla de su adolescencia recuerda su educación básica del modo siguiente: “Estudié la primaria en la Escuela Carlos Pereira, de los padres jesuitas, en mi ciudad natal. Después entré al seminario Alfonso María de Ligorio, de los padres redentoristas, en San Luis Potosí. Allí estudié el equivalente a la secundaria y la preparatoria. Era en humanidades clásicas, es decir, se nos insistía mucho en las lenguas, la literatura y la historia. Estudiábamos mucho español, latín, griego, inglés y francés. Hacíamos ya desde entonces traducción del latín, sobre todo a Cicerón, Fedro, César y Virgilio. Del griego traducíamos el evangelio de San Lucas y algunos diálogos de Platón”.

Ahora leamos algo de la infancia del doctor Justino Cortés Castellanos, uno de los humanistas más preparados de nuestro tiempo. Poblano, estudioso de la lengua náhuatl, además de griego, latín, filosofía, teología, historia, historiografía y paleografía. He aquí dos testimonios que recuerda de su infancia. “En Santa Rita comencé a realizar mis estudios de primaria, mi primer profesor se apellidaba Haseña Alonso, era el director de la escuela, y fue quien me impulsó por primera vez al estudio. Así comencé a estudiar, me dio mucho gusto emprender los estudios de educación elemental, en ese tiempo había una profesora que se llamaba Celia, me tomó muy en cuenta y ella personalmente me enseñaba y me ponía al corriente en las demás asignaturas, y tanto fue mi amor al estudio que desde entonces tuve dedicación. En ese tiempo había concursos de todas las escuelas del estado de Puebla, recuerdo un concurso estatal que se llevó a cabo en Huejotzingo, se le ocurrió al director de la escuela que yo concursara, no por el primer año en el que estaba, sino con alumnos de cuarto y quinto, ahí obtuve el primer lugar, cuyo premio fue una bolsa de canicas, ya no guardo ninguna de ellas y vaya, así comenzó mi estudio”.

Y continúa el maestro, “de niño no me gustaba estudiar, prefería ir al campo con mi papá y como lloraba a menudo cuando me llevaba a la escuela, consideraba que era mejor ir al campo. Pasé tres años sin ir a la escuela, y con el tiempo se dio mi paso al estudio. Motivado para el estudio, debido a la insistencia de mi maestro, había que continuar el proceso, pero en Santa Rita no llegaba la escuela a sexto, sólo hasta el cuarto año de primaria, y como tenía que salir a estudiar fuera buscamos algunas posibilidades; además no había los recursos económicos. Por su parte, el maestro Haseña Alonso, sabiendo que tal vez yo tenía cualidades para el estudio, habló con mi papá para decirle que él se encargaría de mi educación, sólo que me tenía que traer a Puebla, para que yo viviera en su casa e hiciera la secundaria y luego la carrera, pero mi papá era un hombre muy religioso y tenía cercanía con el párroco de mi tierra lo cual influyó mayormente. El padre al saber que este profesor quería darme educación consideró que no era necesario, pues él podía ver otra opción. Así llegué a la Escuela Apostólica de Ocotlán, Tlaxcala, que era como una primaria, estuve un año y de ahí pasé al seminario menor en San Pablo Apetatitlán, pues a mi papá le pareció mejor el ofrecimiento del párroco. Así, pues, acabando prácticamente el cuarto año de primaria, llegué a san Pablo, allí se preparaba a los niños que iban a entrar al Seminario Menor, y acabado ese año, a los que teníamos mejor promedio nos pasaron directamente al seminario, otros se quedaron un año más para madurar la decisión”.

Ahora compartiré algunos fragmentos en latín y griego con su respectiva traducción al español. Ojalá sea un deleite para los lectores, especialmente para que los padres de familia hagan conciencia de la formación de los niños.

2). Sentencias cortas para ejercitar la memoria como niño.

a). Cielito lindo. Versión latina del doctor Tarsicio Herrera Zapién. Miembro de número de la Academia Mexicana de la Lengua Española. Y profesor de la Universidad Nacional Autónoma de México.

Montibus ex perustis, caelulum bellum
Vidi scendentes
Duos nigros ocellos, caelulum bellum
Sese occulentes.
Ohime, ohime¡
Canta nec plora.
Quia dum cantat laetantur,
caelulum bellum, omnia corda (bis).

De la sierra morena, Cielito lindo, vienen bajando, un par de ojitos negros, Cielito lindo, de contrabando. Ay! Ay! Ay! Canta y no llores, porque cantando se alegran, Cielito lindo, los corazones. Ay! Ay! Ay! Canta y no llores, porque cantando se alegran, Cielito lindo, los corazones.

b).  Conversación en un simposio. Texto bilingüe. Griego y español. Método ecléctico analógico. Academia de Lenguas Clásicas Fray Alonso de la Veracruz. Puebla, 2023. Versión española de Juvenal Cruz Vega.

Οὔτε συμπόσιον χωρὶς ὁμιλίας, οὔτε πλοῦτος χωρὶς ἀρετῆς ἡδονὴν ἔχει.

Ni un banquete sin conversación, ni una riqueza sin virtud producen placer.

c). El más grande respeto se debe al niño. Texto bilingüe. Latín y español. Sátira XIV, 47. Décimo Junio Juvenal.

Maxima puero debetur reverentia. (El más grande respeto se debe al niño). 

d). Mente sana. Sátira X, 355. Décimo Junio Juvenal.

Ut sit mens sana in corpore sano. (Que una mente sana esté en un cuerpo sano sano). 

e). Un monumento eterno. Texto bilingüe: Latín y español del Poeta Quito Horacio Flaco. Od. 3, 30, 1-2.

Exegi monumentum aere perennius regalique situ pyramidum altius.

He erigido un monumento más duradero que el bronce y más alto que un sitio real de Pirámides.

f). Un juez corrupto. Texto bilingüe latín y español del Poeta Quito Horacio Flaco. Sat. 2, 2, 8-9.

Male verum examinat omnis corruptus iudex.

Todo juez corrupto examina la verdad muy mal.

g). La verdadera felicidad. Texto bilingüe latín y español del Poeta Publio Virgilio Marón. Géorgicas. II, 490.

Felix qui potuit rerum cognoscere causas.

Feliz el que ha podido conocer las causas de las cosas.

h). Terencio el Africano como una de las fuentes del humanismo histórico a través de 2100 años. Texto bilingüe latín y español. Heautontimorumenos 77.

Homo sum, humani nihil a me alienum puto.

Hombre soy, y pienso que nada de lo humano es ajeno para mí.

i). Debate presidencial. Cada loco con su tema. Texto bilingüe latín y español. Propercio. Elegiae. Lib. 2, 1. 

Navita de ventis, de tauris narrat arator, enumerat miles vulnera, pastor oves.

El marinero habla sobre los vientos, el arador habla de sus toros, el soldado cuenta sus heridas y el pastor cuenta sus ovejas

j). Sobre el verdadero amigo. Quinto Enio, el primer poeta romano. Texto bilingüe Latín y Español. Citado por Marco Tulio Cicerón en De amicitia, 64.

Amicus certus in re incerta cernitur.

Un verdadero amigo se conoce en las cosas inciertas.

k). La pregunta sobre el tiempo. Texto bilingüe latín y español. San Agustín. Confes. XI 14, 17.

Quid est ergo tempus? Si nemo ex me quaerat, scio; si quaerenti explicare velim, nescio.

¿Qué es, pues, el tiempo? Si nadie me pregunta, lo sé; pero si quiero explicárlo, al que me pregunta, no lo sé.  

3). La historia de un niño que llegó a ser rey. Heródoto en griego y español

Texto griego

Ὁ δὲ Κῦρος, ὅτε ἦν δεκαετὴς καὶ ἔτι ἐνομίζετο εἶναι υἱὸς τοῦ βουκόλου, ἔπαιζεν ἐν τῇ κώμῃ μετ’ ἄλλων τινῶν παίδων. Οἱ δὲ παῖδες ἐποίησαν αὐτὸν εἶναι ἑαυτῶν βασιλέα. Τοῦ δὲ Κύρου κελεύσαντος, οἱ μὲν αὐτῶν οἰκίας ᾠκοδόμουν, οἱ δὲ δορυφόροι ἦσαν, οἱ δὲ ἄλλα ἔργα ἐποίουν.

Εἷς δὲ τούτων τῶν παίδων, υἱὸς ὢν Ἀρτεμβάρους, ἀνδρὸς ἐν Μήδοις δοκίμου, οὐκ ἔπρασσεν ἃ ὁ Κῦρος προσέταξεν. Ἐκέλευσεν οὖν ὁ Κῦρος τοὺς ἄλλους παῖδας αὐτὸν λαβεῖν. Πειθομένων δὲ τῶν παίδων, ὁ Κῦρος τὸν παῖδα μάστιγι ἐκόλασεν.

Ὁ δὲ, ἐπεὶ ἀπέφευγεν, μάλιστα ὀργιζόμενος δι’ ἃ ἔπαθεν, ἤγγειλε τὸ γενόμενον τῷ πατρί. Ὁ δὲ Ἀρτεμβάρης, ἐλθὼν παρὰ τὸν Ἀστυάγην καὶ ἅμα ἄγων τὸν παῖδα, εἶπεν·’ Ὦ βασιλεῦ, ὑπὸ τοῦ σοῦ δούλου, υἱοῦ ὄντος βουκόλου, ὧδε ὑβρίσμεθα καὶ ἐδήλωσε τοὺς τοῦ παιδὸς ὤμους. Ἀκούσας δὲ καὶ ἰδών, ὁ Ἀστυάγης μετεπέμψατο τόν τε βουκόλον καὶ τὸν παῖδα.

Τούτων δὲ παρόντων, βλέψας πρὸς τὸν Κῦρον, ὁ Ἀστυάγης ἔφη· ‛Σὺ δή, ὢν υἱὸς βουκόλου, ἐτόλμησας τὸν τοῦδε υἱὸν ὧδε ὑβρίζειν;’Ὁ δὲ ἀπεκρίνατο’· Ὦ δέσποτα, ἐγὼ ταῦτα δικαίως ἐποίησα. Οἱ γὰρ ἐκ τῆς κώμης παῖδες, ὧν καὶ ὅδε ἦν, παίζοντες ἐποίησαν ἐμὲ ἑαυτῶν βασιλέα. Ἐδόκουν γὰρ αὐτοῖς εἶναι εἰς τοῦτο ἐπιτηδειότατος. Οἱ μὲν οὖν ἄλλοι παῖδες ἃ ἐκέλευσα ἔπραξαν, οὗτος δὲ οὐκ ἐπείθετο, ἕως ἐκολάσθη. Εἰ οὖν ἄξιός εἰμι κολάζεσθαι, ἐνθάδε πάρειμι.’

Tαῦτα δὲ λέγοντος τοῦ παιδός, ὁ Ἀστυάγης ἐδόκει ἀναγνωρίζειν τὸ πρόσωπον αὐτοῦ καὶ πολὺν χρόνον ἄφθογγος ἦν. Τοῦ δὲ Ἀρτεμβάρους ἀποπεμφθέντος, ἐκέλευσε τοὺς θεράποντας ἔσω ἄγειν τὸν Κῦρον. Ἐπεὶ δὲ ὁ βούκολος ὑπελέλειπτο μόνος, ὁ Ἀστυάγης αὐτὸν ἠρώτησεν πόθεν ἔλαβε τὸν παῖδα. Ὁ δὲ ἀπεκρίνατο ὅτι ἐστὶν ὁ ἑαυτοῦ υἱὸς. Ὁ δὲ Ἀστυάγης ἐσήμαινε τοῖς δορυφόροις συλλαμβάνειν καὶ τύπτειν αὐτόν. Ὁ δὲ ἐν μεγίστῃ ἀπορία ὤν, ἀληθῶς πάντα ἐξηγεῖτο καὶ ᾔτησε τὸν βασιλέα ἑαυτῷ συγγιγνώσκειν.

Versión española

Ciro, cuando tenía diez años de edad y todavía se consideraba que era hijo de un boyero, jugaba en una aldea con algunos niños. Luego los niños inventaron que él fuera su rey. Y mientras Ciro lo ordenaba, unos construían sus casas, otros eran soldados y los demás hacían otras actividades. Pero uno de estos niños, que era hijo de Artémbares, un hombre notable entre los medos, no hizo lo que Ciro ordenó. Por consiguiente, Ciro ordenó que los otros niños lo capturaran. Y mientras los niños obedecían, Ciro castigó al niño con un látigo. Y éste, después que se escapó, encolerizándose mucho por lo que sufrió, comunicó lo ocurrido a su padre. Y tan pronto como Artémbares fue a la palacio del rey Astiages y al mismo tiempo llevando a su hijo, dijo: “su majestad, hemos sido maltratados tanto por tu esclavo, el que es hijo del boyero, inmediatamente le mostró los hombros del niño”. Al escuchar y al ver esto, el rey Astiages mandó buscar al boyero y a su hijo. Y al estar presentes estos, mientras el rey Astiages observaba a Ciro dijo: “¿en verdad, tú siendo hijo de un boyero, te atreviste a maltratar tanto al hijo de este hombre?”. El niño respondió: “su majestad, yo hice justamente estas cosas, pues los niños de esta aldea, de los cuales, también estaba este niño, mientras jugábamos me hicieron su rey”; pues les pareció que yo era el más capaz para esta obra. Por consiguiente, los otros niños hicieron lo que ordené, pero este niño no obedeció hasta que fue castigado. Así pues, si soy merecedor de ser castigado, aquí estoy presente. Y el niño al decir estas cosas, el rey Astiages le pareció reconocer su semblante y estuvo mucho tiempo en silencio. Y mientras Artémbares se despedía, el rey ordenó que sus sirvientes llevaran a Ciro adentro del palacio. Después que el boyero fue dejado solo, el rey Astiages le preguntó que de dónde había tomado al niño. Este respondió que era su hijo. Entonces el rey Astiages hizo señas a los lanceros que lo capturaran y que lo golpearan. Con todo, el boyero al estar en una grande dificultad relató todo con verdad y pidió a su rey que lo perdonara.

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