Ernesto Vega Álvarez. Un gran artista de México para el mundo.
Por Juvenal Cruz Vega. Director de la Academia de Lenguas Clásicas Fray Alonso de la Veracruz
Advertencia.
Escribo esta reseña con mucha alegría para los lectores de El Comunicador Puebla. Es una perspectiva de la vida, la obra y la trascendencia de un artista mexicano, un hombre con una cercanía original a la cultura náhuatl y a los pueblos originarios de México y de América Latina. El trabajo lo he realizado con un estilo biográfico, integrando algunos elementos interdisciplinario, sobre todo, en diálogo con el mismo artista, y reuniendo elementos esporádicos de otros investigadores, lo cual me permite una vinculación a la historiografía al defender la tesis de que: entre más se conozca la biografía de los hombres, se conoce la vida de un pueblo con mayor profundidad, mejor aún, entre más se conozca el verdadero semblante de nuestros personajes habrá mayor oportunidad al conocimiento de la historia de México.
Noticia biográfica y cultural desde Puebla para el mundo.
Ernesto Vega Álvarez cada día nos sorprende con una nueva obra. Unas veces por la pintura, otras por la escultura, y otras veces por la talla en madera. Cuando leemos una nota sobre su personalidad y sobre su obra, se le dice: artista palafoxiano, porque es uno de los grandes exalumnos del Seminario Palafoxiano de Puebla, una de las instituciones educativas más importes y antiguas de México contemporáneo. Cuando se trata de su gentilicio, lo llaman artista potosino, porque nació en san Luis Potosí. Pero el gentilicio de poblano es, porque ha vivido en Puebla y desde Puebla para el mundo ha realizado y desarrollado su más extensa obra artística.
Así, pues, Ernesto Vega Álvarez nació en el Saucillo, San Luis Potosí el 1º de mayo de 1958. No obstante, su vida la ha desarrollado en Puebla. Después de terminar su primaria, a los doce años de edad, se dedicó al estudio del arte y a los quince cumplidos ingresó al taller del Escultor Emilio Hernández en el Barrio del Artista, inquietud que impulsó el Padre José Guadalupe Sanguino Fuentes, uno de sus maestros más cercanos en el Seminario Palafoxiano.
He querido vincularlo con la historia del Seminario Palafoxiano, porque en ese lugar pasó algunos años como estudiante, y sin duda, los años que dejaron hondas huellas en su vida. Ingresó en 1971 para estudiar su secundaria y normal primaria en el Seminario Menor Ignacio Márquez y Toriz. Varios de sus compañeros recuerdan sus capacidades como artista, les impresionaba ya desde ese tiempo cómo en un gis representaba a la Virgen de Guadalupe y algunas figuras de arte clásico. Uno de sus primeros trabajos es el busto de don Octaviano Márquez y Toriz, cuya escultura posa en el Seminario Menor de Puebla.
Ernesto Vega recuerda esa etapa del seminario con gran satisfacción, igualmente a algunos de sus maestros y condiscípulos. Recuerda a los padres José Guadalupe Sanguino Fuentes, Pedro Vallejo Quiroz, Maximino Castilla Flores y al padre Filogonio Sánchez Castillo, su maestro de historia de la cultura y literatura. En el seminario mayor tuvo como maestro al padre Justino Cortés Castellanos, uno de los mayores intelectuales que ha tenido Puebla en el siglo XX, quien al decir del mismo Ernesto, lo supo orientar en las raíces cristianas y precolombinas de la cultura a través de las cátedras de catequética, lógica y epistemología. También recuerda el impulso de don Octaviano Márquez y Toriz, quien lo llamaba “nuestro artista” y, recuerda al rector de entonces, al padre Humberto Vargas Rivera, un gran biblista y poliglota riguroso.
En 1978 se separó del seminario para dedicarse a las artes, combinando esta disciplina con la docencia en diversas escuelas de Toluca. En 1979 hizo su primera exposición individual de escultura en madera, en la ciudad de Oaxaca. Luego pasó al taller del escultor Ernesto Tamariz en la ciudad de México, participando en la elaboración de una escultura en bronce dedicada al Papa Juan Pablo II, de seis metros para la Basílica, a propósito de su primera visita a México. En 1980 realizó una escultura de seis metros en bronce con el escultor Adolfo Villa, para el Centro Cultural Otomí. En ese mismo año realizó un busto en bronce de la maestra Eva Sámano de López Mateos, solicitado por el gobierno del Estado de México para la Normal Superior del Estado. También realizó un alto relieve en bronce de 2.50 metros de altura dedicado al exgobernador del estado, Alfredo del Mazo. En la Catedral de Toluca, en 1981, realizó el busto en bronce del primer obispo de la Ciudad, don Arturo Vélez Martínez.
En 1983 regresó a la Ciudad de Puebla para enseñar historia del arte y dibujo en la Universidad de las Américas. Como suele integrar la docencia, la investigación y su trabajo como artista, simultáneamente se dedicó a la restauración de escultura y pintura; asimismo elaboró una serie de diseños y bajo relieves entre éstos: un Quijote en bronce para la residencia del profesor Marco Polo Tello Vaca, Secretario de Cultura del Estado de México. En ese mismo año empezó un trabajó junto al Profesor José Lazcarro que duró hasta 1987, de donde surgieron varios diseños de diversa índole para el Primer Congreso Nacional e Internacional sobre Economía en la Ciudad de México, por ejemplo: La exposición “A qué jugamos”, que fue presentada en el Museo de Arte Moderno de Chapultepec; un Monumento a los 45 años de la Fundación de la Universidad de las Américas; la escenografía para el Ballet Folklórico de Puebla y se formó el grupo “Prófugos de la costumbre”.
Sin duda alguna, ha sido elogiado su trabajo en san Diego California, Estados Unidos, donde talló varios murales en bajo relieve como homenaje al grabador Guadalupe Posadas en 1985. Al año siguiente restauró una obra para el coleccionista de arte Víctor Bonilla, en Costa Mesa, Ca, USA; y realizó una obra escultórica para él mismo. En 1987 ejecutó una serie de diseños en alfarería promoviendo el arte popular, simultáneamente trabajaba la escultura en otros materiales como el barro con artesanos de Oaxaca. Lo más valioso de esta obra fue expuesto en el Centro de Diseño de los Ángeles, Ca, por la Casa “Kriss” Collection.
En 1988, ya en la Ciudad de Puebla, hizo varios bajo relieves en unicel integrando diversos materiales en el Hotel Mesón del Ángel. Fue invitado por la Universidad Iberoamericana de Puebla para impartir arte y dibujo durante dos años consecutivos. En ese mismo año, a invitación del padre Justino Cortés Castellanos, hizo el diseño y la talla del altar del Santuario de Nuestra Señora de la Luz.
En 1991 viajó a Europa para encontrarse con otros artistas en Alemania, Italia, Suiza y Francia; de regreso fue invitado a Puerto Rico para construir un monumento al Cristo de la Nueva Evangelización, que mide ocho metros de altura, en el Santuario de Schoenstatt, ubicado al sur de la isla, con ocasión de los 500 años de la presencia del cristianismo en América; dicha obra fue inspirada en el libro de doctor Justino Cortés Castellanos El catecismo en pictogramas de Fr. Pedro de Gante. (Publicado en la editorial, Fundación Española, Madrid, 1987).
En 1992 estando todavía en Puerto Rico realizó un Via Crucis en Aibonito, teniendo cada grupo escultórico tres metros de altura; igualmente realizó una escultura en madera del “padre José Kentenich” para el Santuario de Schoenstatt y un retablo para la iglesia de las hermanas de la caridad en Caimito. En 1993 viajó a Alemania para realizar unos proyectos de escultura en bronce que le solicitaron en Vallendar y Julich. En ese mismo año, de regreso a Puebla, hizo una cruz en bajo relieve sobre madera con elementos prehispánicos para la capilla del asilo de ancianos de Santa Inés. No desaprovechó sus ratos libres para viajar a otros países y conocer aspectos interesantes de otros artistas. En Costa Rica fue invitado a dar a conocer parte de su obra en una exposición internacional.
En 1994 en República Dominicana realizó varios diseños para la Universidad del Cibao Uteci, entre ellos el diseño de la Casa del Presidente Joaquín Balaguer, un monumento al padre Fantino, destacado educador; además impartió algunas conferencias sobre su especialidad en la misma universidad. Es célebre el bajo relieve que realizó para la Nunciatura de Santo Domingo, República Dominicana. En ese mismo año fue a Puerto Rico para efectuar un retablo en el Santuario de Schoenstatt. En 1995 pasó a formar parte de la organización y diseño de Museografía para la Fundación del Museo Histórico de la Ciudad de Tepeaca, Puebla. En ese lugar realizó algunos murales sobre la prehistoria y los orígenes de la ciudad.
En 1996 la escuela de biología de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla le otorgó un reconocimiento por el diseño y la realización del material didáctico para exponer el tema de la edad de hielo en México de la paleontóloga Adriana Torres. Con ella contribuyó en la restauración y la conservación de materiales paleontológicos aplicando nuevos materiales. En 1997 se trasladó a Chiapas, al Centro de Estudios del Sureste en san Cristóbal de las Casas para impartir un seminario sobre el desarrollo histórico y simbólico del dibujo mexicano. En ese mismo año viajó a Brasil para exponer algunos extractos de su obra. A pesar de su extenso trabajo, en la ciudad angelopolitana, realizó una escenografía para TV. Cable de Puebla. No desatendió su obra de Calpulalpan, Tlaxcala, donde pintó seis murales sobre la vida de san Antonio de Padua en la parroquia del lugar. En ese mismo año participó en las reuniones de la Coordinación Nacional de Restauración del Patrimonio Cultural del INAH con restauradores privados, colaborando en la elaboración de un código ético para la restauración y conservación de nuestro patrimonio.
En 1998 realizó una obra de cinco metros de Cristo Resucitado. Fue un tallado en unicel para el templo de san José, Vista Hermosa, en la Ciudad de Puebla. De esta misma época conviene apuntar dos trabajos: el primero es la exposición internacional que hizo en el World Trade Center de la Ciudad de México, donde presentó algunas obras en bronce. El segundo, es una obra que fue colocada en la Playa Miramar, en Ciudad Madero, Tamaulipas. En 1999 realizó algunos bustos para la Universidad de Nuevo León con el escultor Cuauhtémoc Samudio. Además, organizó bien su tiempo para viajar a España y Francia, pues en esta última nación realizó un mural en alto relieve para el Colegio Jean de la Fontaine en la Ciudad de Roanne, intitulado Mestizaje. Sobre este trabajo en el periódico Le Pays se escribe: “es una experiencia que encanta a los maestros, es una ocasión única y excepcional para abordar la escultura tanto más que tiene un proyecto sobre este tema con el Colegio y con las escuelas de Résseau de educación fundamental. Los niños están fascinados por este cuerpo a cuerpo con la obra” (Le Pays, 19 de noviembre, 1999). Allí mismo, Cecilia Palabost, profesora de artes plásticas en el Colegio Jean de la Fontaine, explicó que este evento fue un encuentro artístico y cultural. Por su parte Ernesto Vega explica que su trabajo está influenciado por gente como Diego Rivera y Francisco Zúñiga. Lo que gusta aquí es intercambiar, comunicar y dar a conocer la cultura mexicana. (Se cita solamente una breve idea de la traducción del doctor Justino Cortés).
En el año 2000 realizó una escultura en bronce tamaño natural para la Fonda de Santa Clara. De ese año ha sido benemérita la restauración del Busto en Mármol de Carrara de María Luisa, segunda esposa de Napoleón Bonaparte, la cual hizo con numerosos detalles para el Museo José Luis Bello y Zetina. En el 2001 y 2002 realizó varias obras en bronce para el Gobierno del Estado de Puebla: una sobre José María Lafragua, de 2.5 metros de altura, para el tribunal de justicia y tres bustos que se colocaron sobre la carretera federal Puebla-Cholula de una altura de 90 cm. cada uno. Los personajes son Miguel Cabrera, Trinidad Sánchez Santos y Vicente Lombardo Toledano.
Sus trabajos más recientes han sido un Ignacio Zaragoza de 2.50 metros, una escultura de 2.50 sobre la Virgen Trono de la sabiduría pedida por la Universidad Iberoamericana de Puebla, un conjunto escultórico de 7 metros de altura para la parroquia del Espíritu Santo de Bosques de san Sebastián en la Ciudad de Puebla y un monumento dedicado al maestro, de 2.50 metros de altura, inspirado en la personalidad del doctor Justino Cortés Castellanos.
Todavía sigue produciendo aspectos interesantes a partir de lo que ha aprendido de la historia y de sus maestros. Su espíritu precolombino y el arte religioso han quedado plasmados en sus obras, las cuales figuran en museos e importantes colecciones privadas de México, América y Europa, así como en edificios y jardines públicos y privados. Su trabajo ha tenido múltiples reconocimientos sobre todo en Puerto Rico, Alemania y París. El ministerio de Educación de Lyon, Francia lo ha galardonado como un artista muy importante. La comisión de Arte Sacro de la diócesis de Saint Dennisse, Francia, lo ha invitado para realizar más obras escultóricas. En ese país ha aparecido en varios periódicos como un destacado escultor. En nuestra arquidiócesis ha colaborado como conferenciante y maestro en varias parroquias y restaurador de varias pinturas y esculturas, sobre todo en la Sierra Norte de Puebla.
Es digno de mención el bajo relieve del árbol genealógico de las lenguas indoeuropeas que hizo en el 2006 en la Academia de Lenguas Clásicas Fray Alonso de la Veracruz en la Ciudad de Puebla. Este trabajo ha sido admirado por más de un centenar de intelectuales del país y del extranjero que han visitado esta institución a lo largo de los coloquios, simposios y actos académicos nacionales e internacionales. En esta misma institución ha sido profesor de pintura con niños y adolescentes que estudian latín, griego y náhuatl. Y como un reconocimiento a su obra dentro de la misma institución, el consejo académico lo ha reconocido como profesor magistral de la Academia de Lenguas Clásicas Fray Alonso de la Veracruz, por lo cual ha participado como conferenciante en los coloquios nacionales e internacionales de humanismo, humanidades y hermenéutica que se celebran anualmente.
Como puede apreciarse en la obra del escultor Ernesto Vega Álvarez hay muchos elementos culturales de varios periodos, épocas, estilos, maestros y vertientes concretas. Su influencia del humanismo clásico, renacentista y cristiano, lo hacen un humanista en sentido estricto como el que nos recuerda el gran humanista mexicano Gabriel Méndez Plancarte, esto es, un arquitecto del hombre en el más alto nivel. Su cercanía con el doctor Justino Cortés Castellanos le ha dado una mayor sistematización a su arte, a través del humanismo prehispánico y novohispano. También su estrecha amistad que tiene con el padre Mario Pérez Pérez, sacerdote de la arquidiócesis de Puebla, con quien colabora en los congresos de teología indígena que se presentan en diversos países de América Latina; y también con el grupo de ex palafoxianos, presidido por uno de sus profesores más cercanos, el maestro Pedro Vallejo Quiroz, lo cual le dan una cercanía original a la cultura náhuatl y a los pueblos originarios de México y de América Latina.
Destaco, pues, su estrecha amistad con dos grandes intelectuales de México. Primero su relación, como ya dije arriba, con el padre y doctor Justino Cortés Castellanos, quien considera a nuestro autor, uno de sus más grandes y cercanos discípulos. Pues la inculturación indígena y la analogía con la vertiente filosófica del padre Justino, el arte de Ernesto Vega adquiere un valor vivo y orgánico desde su raíz. En segundo lugar, su amistad y cercanía con el filósofo más importante de México, le hace ser un artista más riguroso y más profesional, al tener una teoría y una filosofía en su propio arte, cercana a la hermenéutica y a la analogía. Me refiero al doctor Mauricio Beuchot Puente, profesor emérito de la Universidad Nacional Autónoma de México, y creador de la hermenéutica analógica como ciencia, arte y método de la interpretación de textos. Una de las apreciaciones al respecto que le he visto al doctor Mauricio Beuchot es la siguiente: “En la obra escultórica del maestro Ernesto Vega, encuentro un dinamismo muy bello. Tiene una estética que recoge el movimiento que da cuenta del devenir que atrapa los procesos. Ninguna de sus obras da la impresión de ser estática, al contrario, hay en ellas una dialéctica que demuestra vida y la plasmación de una existencia muy rica. Sobre todo, me impresionan las esculturas en la que representa personajes. Hay un Cristo que me llama mucho la atención por su majestad y su bondad, allí se ve la fusión de contrario que realiza el artista de un juntar cosas que parecían opuestas”. (Dato obtenido en entrevista, Instituto de Investigaciones Filológicas, Universidad Nacional Autónoma de México, 2018).
Así, pues, el arte de Ernesto Vega puede ser considerado una visión propia, original y orgánica sobre los principios de la vida. En alguna ocasión él mismo me lo hacía saber con precisión en correspondencia, comparto un largo fragmento del texto de nuestro artista para dar testimonio de esta tesis: “La simetría, el equilibrio y así todas las leyes de la composición geométrica se hicieron evidentes en el arte. Las matemáticas que nacieron de una reflexión de relaciones. Bergson decía que el artista no tenía conocimiento de las cosas sino de relaciones. En una obra de arte, el artista abandona la corriente de la vida para construir un sistema orgánico de relaciones. El arte se concibió como un proceso de composición, pero ¿qué es la composición? Con sus leyes de armonía y proporción, su unidad, serenidad, sino el paradigma de ese ideal intelectual al que los griegos llamarían “to kalón” y que nosotros llamaríamos: ¡belleza! La belleza es el segundo gran principio del arte, el primero es la vitalidad establecida en el arte preclásico y que tiene su culmen en las culturas del clásico en Mesoamérica, tanto la vitalidad como la belleza son autosuficientes como principios estéticos. Y a través de los tiempos históricos, el espíritu del hombre mesoamericano que pudo expresar la conciencia de su realidad por medio de estas dos formas de sensibilidad. La vitalidad y belleza expresadas en un contenido orgánico, el hombre desde luego, habría de usar estos principios creadores para expresar una gran variedad de sentimientos y concepciones ya que sólo el artista establece símbolos para la representación de la realidad, o sea que él establece estos símbolos al tomar conciencia de nuevos aspectos de la realidad y representar la conciencia social en imágenes plásticas o poéticas; he tratado de reconstruir las etapas del desarrollo estético de la realidad mesoamericana y se trata de mantener un proceso de la actividad orgánica cómo se ha plasmado en el tema, ese proceso de actividad orgánica es esencialmente naturalista, porque es la coordinación de las facultades humanas frente a esa realidad de elementos vivos experimentado por los sentidos; mi tesis, pues, ha sido esta posición que se expresa principalmente en símbolos que son articulados por los sentidos en imágenes plásticas, signos con significado y que ellos tienen y siguen formas armoniosas que están presentes en los objetos vivos, formas que dependen en su esencia de elementos orgánicos como se han articulado hasta establecer imágenes sensibles; también la cultura náhuatl en su última etapa y los aztecas como representantes de ella, llegan a la observación de la naturaleza y de la vida humana relacionándola orgánicamente”. (Correspondencia al autor de este artítulo, 15 de mayo de 2015).
Así en lo sucesivo, estas líneas que versan sobre una porción de la obra del escultor mexicano, corresponden a la sugerencia de varios investigadores del ámbito de las artes y de las humanidades de México y del extranjero; además, han sido plasmadas para reconocer el trabajo artístico de Ernesto Vega Álvarez, un hombre callado y dedicado a la contemplación, que sigue haciendo en el arte “el vivir y existir para estar al servicio de los demás”.
Finalmente, hago mío, un hermoso pensamiento de mi maestro el doctor Guillermo Hernández Flores para dejar abierto este opúsculo sobre la obra de nuestro artista Ernesto Vega Álvarez: “Alguna vez Antonio Gómez Robledo escribiendo de Platón, recordaba las palabras de éste en el “Sofista”: un diálogo interior y silencioso del alma consigo misma, pues bien, débese citar ahora, la remembranza platónica del humanista para decir, finalmente, que esta biografía permanece abierta”.