Peregrinos de Acajete llevan una ofrenda floral monumental a la Virgen de Guadalupe
Llegarán el miércoles a la Villa Guadalupana
Por Patricia Moreno Sánchez
Con la fe como motor y el corazón lleno de esperanza, alrededor de 200 peregrinos del municipio de Acajete, Puebla, emprendieron su travesía hacia la Basílica de Guadalupe. No van con las manos vacías: llevan consigo una majestuosa ofrenda floral, una imagen de la Virgen del Tepeyac elaborada con más de 300 flores que, por su tamaño y belleza, quita el aliento. Mide 3 metros de alto por 2.5 de ancho y pesa cerca de media tonelada, reflejo del amor y la devoción de todo un pueblo.
Fausto Vázquez Ramírez, coordinador de la peregrinación, compartió que la ofrenda llegará el próximo 12 de febrero a la Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe. Allí, en un acto lleno de solemnidad, será bendecida durante la misa presidida por Monseñor Víctor Sánchez Espinosa, Arzobispo de Puebla.
«El miércoles 12 de febrero, Monseñor oficiará la misa en la santa Basílica. La imagen será llevada por algunos peregrinos los peregrinos hasta el altar mayor, justo antes de iniciar la celebración eucarística programada para las 11 de la mañana», detalló Vázquez Ramírez, con la voz llena de emoción.
Aunque la imponente ofrenda viaja resguardada en un camión para garantizar su conservación, la mayoría de los fieles realiza el trayecto a pie, enfrentando el frío de la madrugada, el sol del mediodía y el cansancio del camino, pero siempre con la mirada puesta en el manto de la Morenita del Tepeyac.
«Vamos caminando. Por eso iniciamos el viaje este sábado y esperamos llegar el miércoles con la bendición de la Santísima Virgen. Vamos con mucho cuidado porque, tristemente, ya se han presentado algunos accidentes en el camino, pero confiamos en que la Virgencita nos cuida», comentó Vázquez Ramírez, con la fe intacta pese a las adversidades.
Esta tradición, que suma más de 50 años de historia, nació como un acto de gratitud hacia la Virgen de Guadalupe por su protección y bendiciones hacia el pueblo de Acajete. Cada pétalo, cada detalle de la ofrenda floral, cuenta la historia de generaciones que han confiado en su intercesión.
Al finalizar la misa, los organizadores realizan una rifa entre los grupos de peregrinos para definir quién tendrá el honor de llevar la imagen de regreso a su comunidad, como un regalo especial de la Virgen. Aunque el cuadro está elaborado completamente con flores frescas, la carita y las manos de la Virgen están talladas en madera, piezas que se conservan desde hace años y que, con esmero, se reutilizan año con año para mantener viva la tradición.
Un camino de fe que nació en 1887
La peregrinación de Puebla a la Basílica de Guadalupe no es un evento reciente. Sus raíces se remontan a 1887, cuando fue organizada por primera vez bajo el liderazgo del obispo José María Mora y Daza, a sugerencia del sacerdote Ramón Ibarra y González, entonces presidente de la comisión organizadora.
Desde aquel año, la devoción de los fieles poblanos se ha mantenido firme, atravesando generaciones. Ya sea caminando, en bicicleta, a bordo de camiones e incluso a caballo, los peregrinos recorren kilómetros impulsados por una sola certeza: la fe en la Virgen de Guadalupe, protectora de sus vidas, sus familias y sus sueños.