Obstáculos silenciosos: las barreras que enfrentan las mujeres mexicanas en el hogar y el trabajo
Por Patricia Moreno Sánchez
En México, las labores domésticas y de cuidados no remunerados constituyen un obstáculo silencioso pero decisivo en la vida de las mujeres. Según Sonia Frías Martínez, investigadora del Centro Regional de Investigaciones Multidisciplinarias (CRIM) de la UNAM, estas actividades, que representan el 27.6 % del Producto Interno Bruto (PIB), son una manifestación de mandatos patriarcales que relegan a las mujeres al rol de cuidadoras, bajo el disfraz de amor y obligación.
Durante el 21 Diplomado “Relaciones de Género”, organizado por el Centro de Investigaciones y Estudios de Género (CIEG), Frías explicó que las mujeres mexicanas dedican más de 42 horas semanales a estas tareas, mientras que los hombres solo 16.9 horas, según datos de la CEPAL. Esta desigualdad limita su acceso al mercado laboral y al desarrollo profesional, generando una serie de barreras conocidas como “muros excluyentes”.
El peso de las tareas invisibles
El trabajo doméstico y de cuidados, aunque indispensable, permanece invisible. “Si no lavas los trastes o trapeas, todos lo notan, pero cuando lo haces, nadie lo ve”, apuntó Frías. Esta dinámica perpetúa los “pisos pegajosos” que dificultan a las mujeres delegar estas responsabilidades y las atan al ámbito privado.
En el mercado laboral, el impacto es evidente. Muchas mujeres enfrentan los “techos de cristal”, que les impiden acceder a altos cargos bajo argumentos como la supuesta falta de compromiso o su rol de madres. Aunque en la administración pública federal las mujeres ocupan el 50 % de las jefaturas de departamento, solo el 28 % llegan a niveles de subsecretarías, según el Instituto Mexicano de la Competitividad.
La maternidad: un punto de quiebre
El mandato social de la maternidad es otro obstáculo significativo. Estudios de El Colegio de México muestran que, entre 2016 y 2021, el 10 % de las mujeres fueron discriminadas laboralmente por embarazo. Desde despidos hasta reducciones salariales, estas prácticas evidencian cómo la maternidad no solo limita su permanencia en el empleo, sino que las expulsa del mercado laboral: el 20 % deja de trabajar tras el nacimiento de su primer hijo y tarda años en reincorporarse.
Educación y sectores laborales segmentados
La educación y las oportunidades laborales también reflejan desigualdades estructurales. Mientras las mujeres representan el 74 % de las estudiantes en carreras de educación y el 61 % en ciencias sociales y derecho, solo el 24 % optan por áreas de tecnología e ingeniería, que suelen ser mejor remuneradas. Esta segmentación, conocida como “pared de cristal”, limita su acceso a sectores económicos más dinámicos.
Un panorama preocupante de violencia
Las desigualdades no terminan en el ámbito laboral. Entre 2016 y 2021, la violencia contra las mujeres mostró un incremento alarmante. La violencia sexual afectó al 49.7 % de las mujeres, la psicológica al 51.6 % y la física al 34.7 %. Aunque estos datos reflejan una mayor visibilización y denuncia del problema, también subrayan la urgencia de atender estas dinámicas de agresión y control.
La lucha por la igualdad
Derribar estos “muros invisibles” requiere un esfuerzo colectivo para transformar estructuras culturales y económicas. Es necesario implementar sistemas de cuidado que distribuyan equitativamente las tareas, promover políticas de igualdad en el trabajo y la educación, y erradicar la violencia de género.
Como concluyó Frías Martínez, la equidad de género no solo es una cuestión de justicia social, sino también un requisito indispensable para construir una sociedad más inclusiva y sostenible.